«La crisálida que tejimos demuestra que la transformación individual se vive colectivamente.»

En estos dos primeros meses de clase, el grupo del Curso Fundamental se ha entretejido en una red de afectos que se hizo visible en una instalación que derivó en acción performativa: Crisálida.

Así lo relata la alumna Antonia Noreña Barón:

La crisálida que tejimos demuestra que la transformación individual se vive colectivamente. Se trata de traducir nuestros procesos personales a un lenguaje que todos comprendemos. Todos llegamos desde puntos distintos y nos encontramos en un centro perfecto, donde nuestros procesos se complementan y logran crear algo nuevo. En ese centro tejimos un espacio seguro para nosotros mismos y para los demás. Este resultado demuestra el verdadero trabajo comunitario: donde cada uno aporta para el bienestar de sí mismo y el de los demás. 

Al mismo tiempo, la crisálida tomó diferentes formas: empezó desde la inexistencia, se transformó en un telar estático, después tomó personalidad y se desplazó. Y este desplazamiento hizo que el telar cambiara con nuestros movimientos, hasta el punto de su destrucción. El lenguaje visual era clarísimo, se percibía la sincronización de un todo: nuestros movimientos y las formas de la tela se convirtieron en una sola acción. Fue hermoso ver como cada etapa del tejido fue complementando las versiones que cada uno de nosotros estaba atravesando. 

La crisálida fue una especie de homenaje a lo que se construye y se deja atrás. Pero también representa la bienvenida de nuevas  versiones que llegarán. Tanto la crisálida como nosotros atravesamos un proceso de transformación. El tejido con su movimiento, nosotros con nuestras acciones. 

^{Fotos: Isabel Hueso}