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Nacho Pajín

Nacho Pajín

Nacho Pajín, Avilés (Asturias), 1999. Artista, Lic. con honores en Dirección de Cine en la New York Film Academy – Los Ángeles. Beca al Talento. Máster de Formación Permanente en Artes y Profesiones Artísticas de Escuela SUR, UC3M y CBA. Beca Mérito SUR. Ha sido miembro del Jurado de la Juventud del Festival de San Sebastián de 2022 a 2024.

Desde 2017 ha dirigido cortometrajes proyectados en diversos eventos como Catalina Film Festival (EE UU), Lift-Off Filmmaker Sessions (Reino Unido), Marina del Rey Film Festival (EE UU), Shockfest Film Festival (EE UU), Festival Internacional de Cine de Salerno (Italia), Fright Nights – The Ultimate Festival of Fear (Austria). Además de eso, ha ejercido como director artístico y realizado apariciones como actor en otros tantos.

A los catorce años, autopublicó Selene, una novela corta. Desde entonces, ha redactado artículos de cine para mxdwn.com y Screen Rant, relatos para el fanzine LAVA (del cual fue también diseñador) y la revista Sunflower Station Press, además de realizar entrevistas a artistas para Reckless Magazine. Su obra plástica, consistente de pintura, fotografía, textil e instalación, se ha podido ver en ‘Til Death Studios (EE UU), Boomer Gallery (Londres), Artfuze (Londres) y el Círculo de Bellas Artes.

En su formación constante ha realizado cursos y programas intensivos de realización en New York Film Academy – Florencia, guion en Shore Scripts, diseño gráfico en CICE Escuela Profesional de Nuevas Tecnologías y videoarte en Proyector LAP<25 de KREAE, Instituto de Creación Contemporánea, en Cruce Madrid.

Ha realizado performances de guerrilla en ARCO y el Templo de Debod. Reside y trabaja en Madrid, donde ha desfilado como modelo en la Mercedes-Benz Fashion Week. Su práctica aspira a ser lo más diversa posible y a tensar los límites de lo que se considera arte, acercándolo al diseño, la moda y la cultura pop.

Considero que la figura del artista es inherentemente asocial; al fin y al cabo, para retratar algo, conviene adoptar cierta distancia. Durante años me he creído un gran misántropo. Sin embargo, con el tiempo he aprendido a abrazar en otros justo aquello que me sacaba de mis casillas, del mismo modo que he aprendido a aceptar que aquello que los admiradores denominan «estilo» es exactamente lo mismo que los críticos llaman «limitaciones». Y, desde entonces, me he dado cuenta de que mi frustración se ha convertido en fascinación hacia algunos humanos que soy incapaz de comprender del todo.

La reflexión artística está construida sobre la dicotomía entre vida y obra. Tratar de separar ambas es una tarea inútil, aun cuando estemos hablando de ficciones narrativas. En realidad, ¿existe algo así como la no-ficción?

Me gusta contar historias: mis estudios universitarios son de cine, y los cursé en Los Ángeles. Nada de «arte y ensayo», sino puro entretenimiento hollywoodiense. Allí se me inculcó una aversión por todo aquello que no se puede ver u oír en la pantalla o en la página. Soy entretenedor. Lo que más valoro del cine es que ni siquiera los artistas del medio considerados intelectualmente exigentes, como un Tarkovski o un Bergman, renuncian al entretenimiento. Me gustaría contribuir a traer el entretenimiento de vuelta al arte. Para mí, la pintura, la literatura, la música, el diseño, el cine, la moda… son una sola cosa. Ahora tiene menos sentido que nunca hablar de «alta» o de «baja» cultura. Dicho esto, aún no sé muy bien en qué consiste mi práctica artística, ni siquiera sé si tengo tal cosa. Quizás la gran obra de un artista sea su propia existencia. A día de hoy, encuentro interés en prácticamente todo y a la vez creo que nada me gusta lo suficiente como para hacerlo el resto de mi vida.

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