Mónica Montañés

Escribo porque quiero, porque me da la gana. Escribiendo disfruto, dreno, exorcizo, existo. Soy. Necesito escribir. Si no lo hiciera me volvería loca. O se me notaría más la locura. Es un ejercicio solitario, un juego entre mis monstruos y yo, que, sin embargo, no tendría sentido para mí si no me llevara al encuentro de otro. De otros. Mi trabajo todo necesita a esos otros para cobrar vida al ser leído, interpretado, reinterpretado. Confrontado. Busco a través de la palabra ser espejo, reflejar la realidad tal y como yo la veo de bella y de injusta. Para que otros puedan verla, verme, verse. Para resquebrajar el infierno de la indiferencia.